jueves, 9 de junio de 2011

Pesadilla

                Romina se levanto a las ocho de la mañana un día jueves en Marzo, no podía dormir, por una pesadilla en la cual no se le reflejaba el rostro cuando estaba al frente de un espejo, esto le pareció irracional, así que no lo tomó en cuenta y se fue a hacer el desayuno mientras revolvía la taza de té le volvió  de nuevo a la mente y se decidió a revelar lo que ella juraba que era una mentira. Pero cuando se poso enfrente del espejo quedó despavorida al ver que no veía su rostro sino que absurdamente se le refleja el pelo y la espalda. Se piñizco en el brazo para ver si no estaba soñando pero nada pasó más que el dolor que le produjo esto y una roncha pequeña que se le formó. En su mente esto no cavia era como una ilusión óptica o algo por el estilo. Se decidió a ir a la calle a ver cómo reaccionaba la gente y en las pocas cuadras que recorrió su autoestima estaba por el suelo  ya que cuando las personas pasaban al lado, la observaban penosamente por no tener rostro. Así que la desesperación que le produjo la llevó a tomar abruptamente una decisión en la cual se quería suicidar porque encontraba que estaba desigualdad con el resto. Buscó el edificio más alto que vio, subió rápidamente  a la azotea, observó desde arriba y se lanzó. Su sensación fue de haber cometido un error y ya no había vuelta atrás pero a pocos metros del suelo escuchó… ¡Rrrrriiiiinnnn, rrrriiiinnn...! era su alarma que indicaba las siete de la mañana así que se levantó rápidamente y se arreglo para ir al trabajo que estaba atrasada y antes de salir de la casa dio un gran suspiro por la pesadilla. 

lunes, 6 de junio de 2011

Un día inolvidable

        Javiera había llegado del trabajo donde era secretaria de una empresa de publicidad llamada Imaginación, eran cerca de las diez de la noche, así que fue a la cocina y se sirvió la once, mientras revolvía el café que estaba muy cargado se puso a pensar en su hijo, así que apenas terminó, subió al segundo piso al dormitorio de Miguel de 11 años. Era colorín como su padre que lo había abandonado cuando su madre quedó embarazada, de ojos marrón y pecoso, estaba acurrucado en su cama, durmiendo profundamente. Javiera lo miraba desde la puerta, le sonreía con ternura y lo apreciaba dormitar, en esto paso un rato, luego se dirigió al baño hizo sus necesidades, se lavó los dientes y se fue a la cama. En su dormitorio se puso el pijama que estaba compuesto por dos piezas color café, se acostó a dormir porque estaba muy cansada.
            Al día siguiente se levantaron a las siete de la mañana, con un sol radiante y pocas nubes en el cielo, era un bonito día para comenzar. Se vistieron y fueron a la mesa para desayunar. Ya terminados el niño se fue a lavar los dientes y Javiera se quedó lavando. Cuando Miguel bajo venía con su mochila, el furgón ya lo estaba esperando para la escuela, se despidió con un beso y se dirigió al vehículo. Mientras su madre se arreglaba, poniéndose perfume, maquillaje, colocándose aros, etc. Después se fue al trabajo. Llegó puntual como siempre y empezó a revisar su agenda en la cual tenía apuntado todos los pedidos y horarios guardados de atención. Así se le paso el día trabajando hasta la hora de salida. Tomó sus cosas y se dirigió a su casa donde le esperaba su hijo (eso era lo que pensaba ella). En una calle cualquiera comenzó a sentir una rara sensación que le presionaba el pecho y su estomago se encogía. Cuando estuvo en casa rápidamente fue a buscar a su hijo, no estaba en su dormitorio, ni en ninguna parte, esto la dejó aterrorizada. Así que llamó a un amigo para que la ayudara. Éste era Jaime de 36 años igual que ella, pelo castaño, tamaño promedio, ojos color miel, etc. Apenas escuchó la llamada de su amiga acudió a su casa. Javiera preparo dos cafés para tranquilizarse y contarle lo que había ocurrido, después de un rato sonó el teléfono, se acerco rápidamente contestó y una voz ronca y rígida le dijo ¡yo tengo a tu hijo Miguel! la única forma que lo recuperes será de la siguiente manera, nos juntaremos en la esquina de tu calle mañana al mediodía y tienes que tener cinco millones de pesos sino tu hijo morirá. Ella no le alcanzó a contestar porque cuando lo iba ha hacer el sujeto ya había colgado. Jaime se acercó al sofá y la abrazó mientras lloraba desconsolada, lo único que quería en ese momento era tener en sus brazos a Miguel. Jaime llegó a sentir el sufrimiento no con tal intensidad pero le produjo una pena tremenda porque el tiene una niñita de 12 años y no le gustaría que la secuestrarán.
Cuando Javiera se tranquilizó conversaron y le explica que el secuestrador le pedía cinco millones cosa que ella no tenía. Entonces, él se ofreció para entregarle el dinero (eran ahorros que estaba juntando para la universidad de su hija pero encontró que esto era demasiado importante para su amiga) la perdida de un hijo no es menor que los cinco millones, le dijo - que se calmara que se fuera a acostar y que el vendría mañana con el dinero, que descansará porque no le iba a fallar. Cuando la vio acostada se pudo ir tranquilo para su casa. En el camino cuestionó su decisión, pero luego fue empático, por la situación difícil que estaba viviendo su amiga.
            Al día siguiente Javiera se levantó inquietada porque pensaba que su amigo se podía haber arrepentido y no lo culpaba eran cinco millones una suma importante y de hecho no le podía quitar los estudios universitarios a su hija. Pero toda esa preocupación se le quitó cuando el llegó con el dinero. Había llegado temprano, eran las once quedaba todavía una hora completa (que podía parecer una eternidad para Javiera) así que tomaron desayuno y conversaron de otros temas para pasar el rato. Sólo que ella no dejaba de pensar un segundo en su hijo. Cuando ya era casi la hora fijada se dirigieron a la esquina esperando la llegada del secuestrador. Notaron que desde otra calle se escuchaba el sonido de un auto a gran velocidad, cuando lo pudieron divisar era plomo del año y brillante, frenó y se puso delante de ellos, así que se alejaron un poco. Bajó la ventanilla y se escuchó un grito - !Aquí tengo a tu hijo¡ ¿Trajeron el dinero?-preguntó el secuestrador que luego de escuchar el sí que dijo temblorosamente Javiera, bajó del auto con el niño entre sus brazos. Con uno lo afirmaba y con el otro le apuntaba en la cabeza. Ella muy asustada le grito ¡Se lo suplicó no lo mate, aquí está todo el dinero que me pidió!  Jaime se acercó para entregárselo y el secuestrador le apuntó y el dijo ¡no te acerques imbécil! se echó para atrás y el hombre dijo ¡lánzame el dinero ahora! Jaime hizo lo que dijo con el consentimiento de Javiera. El secuestrador ya tenía el dinero en sus manos y les indicó que se alejaran un poco más y lo hicieron. Luego, soltó al niño. Éste fue a abrazar a su madre y el secuestrador se subió al auto rápidamente, pero antes que partiera saco la pistola por la ventanilla y le disparó a Miguel quien recibió el impacto a poco sentir el abrazó de su madre. La bala atravesó al pequeño la cual impactó a Javiera muriendo desangrados los dos en el lugar.

Jaime organizó los funerales y nunca más se supo del secuestrador.        


El asesino

      Ella leía su diario sin advertir que en el otro andén de la estación, un sujeto con un arma apuntaba a alguien inocente. Aquel hombre gritaba que se tirara al suelo, la víctima con las manos en la cabeza suplicaba que no lo matara porque tenía familia. El hombre sin escrúpulo tomó la pistola del gatillo y lo presionó, al ver a la víctima que se regocijaba de dolor, huyó. La joven al escuchar el disparó soltó el diario del susto, dio rápidamente  la vuelta y se dirigió al lugar del hecho donde vio aquel individuo desangrándose estando a punto de morir, así que llamó a la ambulancia y a la PDI. Esta chica muy asombrada quedó en estado de shock y se desmayó.
            El tipo desalmado yacía en su casa mirando el arma con el que había actuado, la conciencia lo estaba matando, recordaba como lo había hecho, esa frialdad que tuvo para ocupar el arma lo llenaba a la locura pero también lo disfrutaba.
            La joven despertó pálida en el hospital luego de haber estado dos horas en coma y estaba acompañada por tres de sus familiares, su tío Alberto, su prima Ángela y su hermano Esteban. Ella recordando lo que había pasado con tristeza, les contó con más dificultad de lo normal ya que balbuceaba frases entrecortadas, pero que los demás lograban entender. Se impresionaron pero seguían felices por verla conciente, eso le molestó un poco porque no tomaron seriedad por la muerte de la persona. La mujer recordaba ver visto un poco el rostro del asesino, en ese momento no tomó mayor cuenta de lo recordado y prosiguió hablando, le preguntaba por sus otros familiares, estos le contestaron en forma de coro que estaban  bien, después de decir esto llegó el doctor y la vio ya recuperada casi totalmente por lo cual le dio un rato más de reposo y decidió darla de alta. Luego de vestirse, tomar sus cosas y salir del hospital se dirigió a la parada de autobuses con sus familiares, ya viendo que tomaran el bus, partió a la estación para irse a su departamento a descansar pero la recordaba con escalofrío. Bajó las escaleras y notó que había mucho ajetreo, miró hacia el otro andén y lo vio era el asesino inmediatamente este volvió a sacar la misma pistola y apunto esta vez hacia una muchacha, esta asustada gritó y un policía que se encontraba en el lugar no reaccionaba estaba inmóvil y su arma seguía guardada. La mujer al ver la misma escena se llenó de valentía y tomó el arma del policía quien ni se dio cuenta, ella trato que no la viera y apunto. El intimido a la víctima, tomó la pistola del mango y con un dedo en el gatillo trato de presionar pero no alcanzo a disparar ya que el cayó por el impacto de la bala que provenía de la mujer, al darse cuenta de lo ocurrido, se tiró al suelo por la impresión quedando totalmente en shock.
            Fue tan traumático para ella que después de un largo tiempo se le diagnostico muerte cerebral quedando totalmente vegetal, hasta el día de su muerte.                

El auto nuevo

          Manuel fue a comprar un auto nuevo a una compra-venta puesto que el anterior había tenido muchas fallas técnicas. En esto de elegir le llevo un tiempo pero luego se decidió por uno negro de un bonito diseño y muy económico. Llamó a un empleado del lugar, Manuel le pagó y terminaron la transacción con la firma de él. Recibió la llave y partió a su domicilio, para hacerlo más rápido se metió por una población y a los pocos segundos de estar adentro escuchó unos grandes estruendos que era una balacera entre pandillas. Quedó despavorido así que avanzo lentamente mientras se desvanecía el bullicio y cuando iba por el centro de ésta se allegaron al auto  jóvenes con pistolas en la mano y polerones con capucha para cubrirles el rostro. Ya estaba rodeado y uno de ellos se acercó para abrir la puerta pero Manuel rápidamente puso el pestillo asustado, esto no provocó nada más que el enojo del individuo quien de un golpe con el puño quebró el vidrio y quitó el pestillo de mala gana tiró la puerta quedando al frente de él. El encapuchado estaba  furioso por la demora de robar el auto así que tomó la pistola y presionó el gatillo tres veces sin escrúpulo antes de que Manuel le suplicara. Se subieron al auto y en el camino tiraron el cuerpo desangrado en un basural. Luego se dispusieron a atacar a la pandilla rival con los encapuchados montados en las ventadas con las pistolas disparando al aire.

sábado, 4 de junio de 2011

La persecución

Marcela acababa de salir del edificio donde trabaja y se dirigía a su hogar donde le esperaba su marido, eran como las diez de la noche, las luces en los postes estaban tintineando extrañamente y la fría brisa nocturna le produjo un escalofrío. Al avanzar un par de cuadras sintió tras ella una sombra que seguía su paso pero no lo tomó en cuenta, luego de pasar dos cuadras más, notó que todavía la seguían. Por el terror que le produjo aquello su corazón se empezó a acelerar, sus manos sudaban, se puso nerviosa y le daba miedo mirar hacia atrás. Al estar a muy pocos metros de la esquina, se dijo apenas doble empiezo a apurar los pasos, hizo lo que había dicho sólo que no contaba con que la sombra hiciera lo mismo, ella cruzada la vereda, la sombra la seguía, paraba, la sombra también, etc. Hasta que se rearmo de valor y decidió encararlo, dio vuelta y lo miró, esa sombra no era más que un joven encapuchado, de ojos encarnados y de no más de 18 años, quien de su polerón saco una cuchilla de quince centímetros aproximadamente y le ordeno que le entregara todo lo que tenía. Ella ante esta situación quedó impactada y muy aterrada, pero supo razonar y para no perder su vida prefirió entregarle dinero y un collar de perlas, el cual el joven lo vendió por marihuana en su barrio después de que Marcela lo vio huir. Ella corrió a su departamento, cuando estuvo allí, su marido le abrió la puerta y observó que estaba llorando, ésta lo abraza enérgicamente… y nadie más que ella supo lo que le paso.